“El ruiseñor de Ávila” y del suburbano

Juan Antonio Huerta canta los números como lo haría Farina

Es seguramente el vendedor de cupones más popular del barrio; no en vano, lleva 20 años repartiendo la suerte en él, siempre en el metro, primero en la estación de Plaza de Castilla y desde hace 12 en la de Cuatro Caminos, de la que es un icono. La voz de Juan Antonio Huerta llama la atención de todos los viajeros, que al pasar por su lado se sonríen.


Su simpatía y frescura gusta a los compradores (“¿qué te pongo hoy, cariño?”, le pregunta a una clienta), además de que haya repartido ya tres premios, imaginamos. Pero lo que sin duda hace especial a este vendedor de la ONCE vecino de Vallecas, aunque originario de un pueblo de Ávila, es su forma de cantar los números, con un torrente y un timbre de voz que quieren parecerse al de cantaores de flamenco como Farina, Antonio Molina o Juanito Valderrama, de los que es un gran admirador.
Entre cupón y cupón, Juan Antonio, de 43 años y ciego de nacimiento, se atreve con coplas y fandangos que resuenan por toda la estación. Por algo es “el ruiseñor de Ávila”, nombre artístico que utiliza cuando actúa en bares y restaurantes.


“Canto y toco la guitarra en cualquier celebración para la que me llamen (avisados quedan) y no sólo flamenco, yo soy permeable”, dice convencido. “No desprecio ningún tipo de música: el rock; la música comercial; los grupos de los 60, como Fórmula V, Los Brincos o Miguel Ríos…”, asegura este vendedor de lotería que siempre viste de negro (como buen vallecano) y al que su trabajo no sólo le ha proporcionado nuevas amistades, sino también más de un romance. “Ahora lo tengo más difícil, aquí metido, pero en Plaza de Castilla, donde vendía los cupones sentado en una silla, conocí a muchas chicas. Te pones a hablar y al final…”, confiesa con gesto pícaro.


Juan Antonio Huerta es también un gran conversador. “Me gusta mucho leer, escuchar la radio y ver documentales. En una palabra, me gusta nutrirme, y cuando no entiendo una palabra la busco en internet”, comenta.


Lo que muy pocos sabrán es que entre 1990 y 2003 formó parte del grupo de alta montaña de la ONCE, con el que hizo expediciones por todo el mundo. “He estado en el Aconcagua en Argentina, en el monte Elbrús de Rusia, en el volcán Cotopaxi de Ecuador…”. “Pero de eso ya hace mucho tiempo y ahora peso 25 kilos más”, dice resignado.


Ahora Juan Antonio ha empezado una nueva vida: se ha instalado una bicicleta estática en casa y ha comenzado a dar paseos por las tardes. “Mi problema es que soy muy vago”, reconoce, “pero como quiero perder barriga le he prometido a mi madre que voy a hacer algo para adelgazar”. Esperemos que “la voz de Cuatro Caminos” no se apague con tanta dieta.

Cristina Sánchez


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